jueves, 22 de enero de 2009

Propuesta de análisis de la mediación

Manuel Martín Serrano, en su artículo La prensa: la gesta y la parábola en la mediación pública, comenta las diferencias en cuanto a la visión de la realidad a nivel narrativo en dos aspectos distintos. Por un lado el acontecer sociopolítico, y por otro lado la cotineidad. Según el autor estos dos ámbitos contienen moralidades diferentes, por lo que la figura del mediador ha de tener asimismo, un comportamiento también diferente.

Al ámbito sociopolítico se le presuponen juicios de valor universal, que han de ser válidos en cualquiera de las situaciones semejantes, aún teniendo prioridad el interés social y el bien común, frente a intereses individuales. De cada individuo se espera que sea capaz de anteponer su responsabilidad social a su individualismo, de modo que se acceda a un nivel superior.

La presunción de que el mediador no explicita ni justifia queda patente en el párrafo: "ninguna tensión social podrá comprometer el orden establecido en tanto que las discrepancias se canalicen a través de las organizaciones formales y se ritualicen de acuerdo con regulaciones formales".

En lo referente a la narración de lo cotidiano, en base a la parábola, se requiere una evaluación diferente según el caso y sujeto, dependiendo de su personalidad, propósitos y metas. Se entiende que el interés privado es un fin legítimo y prioritario, excepto cuando concurre con los intereses de otros, en cuyo caso se llega al siguiente nivel, comprometiendo la cuestión social.Remontándonosa los inicios de la casa de Trastámara, ¿cómo no recordar el célebre pasaje de ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor?

Son diferenetes las sanciones en caso de que existan diferencias con el comportamiento esperado entre los distintos estilos y principios narrativos. Si por cualquier causa fracasa el agente político en el desarrollo de su labor, cabe la posibilidad de exculparse, puesto que el quebranto dimana del fatum y no de la imperfección humana. Ahora bien, en ningún caso que haga recaer la inculpación sobre las instituciones o las organizaciones. Si el comportamiento erróneo corresponde a lo cotidiano, la sanción será la presión afectiva, el rechazo de los más próximos, en un plano afectivo, íntimo y personal.

La forma narrativa es también distinta en uno y otro caso, porque sus características son diferentes. Se puede decir el tratamiento de los MCM, cuando se refiere a cuestiones cotidianas, el discurso y la mediación, tienen una configuración en base a sentimientos correctos, pautas afectivas, orientadas a preservar intereses particulares, de adaptación al entorno social, de aceptación de los otros, en base a principios y valores universalmente reconocidos; lo que podríamos llamar siguiendo a Schutz, "constructos de primer grado". Mientras que en el discurso sociopolítico, las pautas a preservar son de rango superior, orientadas a preservar intereses colectivos, o universales, los objetivos son públicos, para preservar el bien común, se basa en instituciones para el control del entorno social; lo que podríamos llamar siguiendo a Schutz, "constructos de segundo grado".

En ambos discursos de los MCM, se prima el consenso, la solidaridad, se tiene en cuenta el rol y no el personaje, preferencia de lo que concierne al grupo frente al individualismo, se referencian los logros frente a los fracasos y se diferencian los universos de la acción, el control y de la comunicación, entre otros.

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