domingo, 18 de enero de 2009

Copyright, música e internet



En mi opinión estamos ante otro aspecto de modelo de negocio cambiante a través de las nuevas tecnologías. Quizá el error sea concebir el negocio musical hoy en día del mismo modo que se hacía hace unos años. Los canales de distribución son diferentes, así como el alcance de la música es mucho mayor. Siguiendo la reglas de adaptarse o morir la predisposición al cambio debe ser la nueva estrategia en el modelo de negocio.

Estamos presenciando la convivencia de las estructuras de negocio de las grandes compañías musicales luchando por conservar su parte del pastel, mientras que una nueva hornada de músicos buscan abrirse camino por dos motivos fundamentales.

El primero es que la gran industria no deja posibilidad (o como mucho escasa) a nuevos artistas cuya rentabilidad pudiera ser dudosa. Antes de la existencia de Internet, a los músicos "primerizos" o debutantes, no les quedaba otra oportunidad más que la casualidad de que algún manager les escuchase en algún concieto en un bar (que se lo pregunten a Pedro Guerra, que empezó en el bar Libertad 8) o tocando su música en El Retiro. Aún así la proporción de músicos cuya distribución llega a ser conocida es mínima.

En segundo lugar no todo es gran negocio. Es cierto que las grandes compañías aseguran pingües beneficios para los artistas (y sobre todo para ellas mismas), pero haciendo una vulgar comparativa estaríamos hablando de macroeconomía y microeconomía. Siempre se puede optar a ganarse la vida con la profesión vocacional en muchos casos de la música, optando por un canal de distribución más abierto y menos restrictivo que las compañías musicales.

Además la distribución de la música a través de internet es un fenómeno no ajeno ni a músicos poco conocidos ni a artistas consagrados. En su último trabajo discográfico la artista Cristina Rosenvinge ha decidido que el siguiente tema fuese distribuido gratuitamente a través de la red, en un modo de experimento de hasta dónde podría llegar a distribuirse.



Como conclusión, la distribución de música a través de internet, ha de ser cada vez más cotidiana, aunque entrañe sus riesgos, como otra consecuencia más del desarrollo imparable de la red.

No hay comentarios: